¿Qué pierde el PRI?
Está circulando por allá un libro de un tradicional
miembro del PRI llamado César Augusto Santiago. Según
este hombre otrora fuerte y útil miembro del PRI, éstos
son algunos de los valores negativos para el PRI, es decir,
cuestiones que, de promoverse e inclusive lograrse, se traducen en
pérdidas electorales para el PRI (entre paréntesis he
colocado lo que lo beneficiaría):
El equilibrio financiero. (Lo contrario: gastar más de
lo que se tiene).
Atender las variables económicas grandes. (Ocuparse en
las pequeñas: bajo precio de lo básico, si es
necesario, subsidiarlo para mantener a todos contentos.)
Consolidar la imagen personal del presidente en turno. (Se
consolida la imagen de un presidente para sustentar sus acciones).
Proceder a negociar fraudes electorales y finalmente darle a
los que obtienen más votos legales o legítimos lo que
les corresponde. (No permitir que el poder llegue a nadie que no
haya sido elegido vía PRI, evitando a toda costa que los
resultados de elecciones desfavorables al PRI sean tomados en
cuenta).
No aclarar asesinatos calificables de "políticos".
(Éstos no deberían ni existir).
Que el presidente tenga una "sana distancia" entre
su mandato y el partido. (El presidente debe identificarse con su
partido y actuar al tono de lo que éste requiere para
mantener clientela electoral).
Que los diputados y senadores del PRI voten a favor de
medidas duras, pero necesarias para mantener disciplina fiscal y
crecimiento económico real. (Que no se apliquen medidas
realistas, sino solamente paternalistas o populistas).
Darle más importancia a las soluciones por su valor
técnico en la economía que por su costo político
y de consecuencias electorales. (Descartar cualquier solución
técnicamente correcta y de plazo relativamente largo y en vez
de éstas, aplicar soluciones de eficacia popular inmediata).
Separar las decisiones técnicas de las decisiones
políticas y encargarles a los técnicos su trabajo y a
los políticos el suyo. (Dejar que los políticos actúen
libremente, sin tener que escuchar consejo alguno de personas
técnicamente sustentadas en sus propuestas).
Fortalecer la administración pública en vez de
fortalecer la popularidad de los políticos emanados del PRI.
(Provocar popularidad entre los políticos, aún a costa
de eficiencia en la administración pública).
Cuidar y mantener en orden las variables económicas.
(No ocuparse de las variables económicas, sino de las
necesidades inmediatas de los clientes políticos).
Postular la economía de mercado. (Promover únicamente
la economía dirigida, en la que el gobierno es el dueño
de los negocios y tiene que soportar sus pérdidas a cambio de
tener en donde colocar a sus militantes políticos).
Promover la apertura económica. (Mantener una economía
cerrada para conservar un elemento más de control político
sobre las importaciones paralelo a un sistema de privilegios
relacionados con aportaciones generosas a las "charolas"
electorales).
Buscar un superávit fiscal. (No importa si crece un
déficit fiscal que genera la necesidad de préstamos al
exterior e inflación galopante: lo importante es mantener una
imagen paternalista eficaz).
Números positivos en las variables económicas.
(Las variables económicas deben esconderse o disfrazarse).
Mantener satisfechos a los grandes centros financieros
internacionales. (Los grandes centros financieros internacionales no
nos deben importar, porque nosotros somos "autosuficientes").
Dejar de dar resultados populistas y buscar resultados
fincados en bases sólidas, en vez de dádivas
caritativas. (Buscar acciones de eficacia popular inmediata, sin
importar el costo económico o de inflación galopante
que tales resultados populistas generen).
Esos puntos son, según César Augusto Santiago,
polémico miembro del PRI tradicional, los que han hecho que se
produzca la derrota del 2000.
La única, simple y sencilla conclusión que podemos
sacar de los puntos que le son perjudiciales al PRI, es que era
necesario hacer algo para que se pueda formar una nación cuya
economía esté fundada en números reales y no en
alegres cuentas ficticias que se convierten en necesidad de préstamos
al exterior, inflación y devaluaciones.
En este sentido, el mérito de Zedillo es efectivamente
doble: logra un México con economía sólida en
vez de haber actuado a favor de lo que habría sido conveniente
para "su" partido. Es muy factible que si el PRI hubiera
repartido cultura macroeconómica a sus correligionarios, que
si Labastida hubiera fincado sus promesas electorales en solidificar
lo logrado por Zedillo, hoy no sería Fox el presidente electo.
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