La falta de transparencia, marcado regreso al pasado
El gobierno bajo las sombras: método típico de las 7.1 décadas del siglo 20 en México.
En lo oscurito —que los ciudadanos no sepan todos los detalles— para que los que gobiernan puedan... ¿Puedan qué?
En Artículo 7 estamos correteando hace varias semanas qué relación tiene este gobierno estatal con El Universal —el rotativo del D.F.— dado que un desplegado de $160 mil no tiene factura alguna. Pretendieron hacernos creer —por escrito— que se trataba de una cortesía, debido a que ellos le habían estado comprando mucha publicidad al mencionado rotativo. Pero —la verdad, ya no con gran sorpresa— nos encontramos que la relación de facturas pagadas a ese rotativo capitalino sólo suma unos $19,000.
Nos parece comercialmente improcedente el regalo de una página de $160,000 como premio por haber comprado $19,000 de publicidad en 12 meses –o más.
Lo que buscamos en Artículo 7 es que, no importa de cuál partido político sea el gobierno que tengamos, éste siempre haga las cosas a favor de la lógica financiera que mejor costo/beneficio permita en el uso de los recursos públicos.
En México el manejo de los recursos públicos tiene que ser ultra transparente porque nuestra nación requiere un proceso fiscal redistributivo: sabemos que el beneficio del pago de impuestos no regresa a quienes pagan esos impuestos, sino a quienes aún no generan impuestos directos. Pero el objetivo de esa acción es precisamente provocar que todos algún día, en proporciones importantes, efectivamente paguen el beneficio que se les regresará a través del servicio de los gobiernos.
No queremos un país de ciudadanos con la mano abierta para esperar qué se les puede dar, sino un país con gente entusiasta por ver qué puede, cada uno de ellos, ofrecerle a su comunidad, a su sociedad, a su nación. No queremos gobiernos que simulen, sino que hagan. Y que lo hagan efectivamente: generar más ciudadanos activos, capaces, competitivos, dispuestos a dar de sí para hacer de nuestra nación un país mejor.
La falta de transparencia esconde algo siempre. Esto es indiscutible cuando se trata de una sociedad como la configurada en el estado de Yucatán.
Seguimos, pues, con la misma pregunta de hace varias semanas: ¿por qué El Universal le regala una página de $160,000 a la administración estatal yucateca 2007-2012? ¿Hay alguna conexión con una nota de unos días después en perjuicio de una familia que milita en la oposición? ¿De eso se trata?
¿Se trata de convertir la obra buena en mala? ¿Se trata de destruir la esperanza de la gente? ¿Se trata de destruir la confianza del ciudadano yucateco medio?
Los peores criminales —personas concretas— llegan a serlo a través de una vida que navega siempre entre las mentiras que ellos mismos se van inventando. ¿Qué puede gestar, entonces, un gobierno que miente, simula, engaña? ¿Una sociedad delincuente?
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