Nexos, la política y algunos análisis estrictamente realistas
Ningún mexicano con intenciones saludables debe abstenerse de visitar el sitio de Nexos OnLine. Será una falta de responsabilidad histórica dejar de visitar este vínculo y, peor aún, dejar de leerlo, todo, en detalle.
La lucha para que el PRI dejara de ocupar Los Pinos no era en contra del PRI en sí, sino en contra del sistema de gobierno que se mantuvo durante 7 décadas. Carlos Salinas de Gortari declaró al venir a México después de la elección del 2000 que "los mexicanos no sólo habían elegido un nuevo partido político, sino que habían optado por un nuevo sistema de gobierno y un cambio de régimen". Y eso tenía mucho de cierto. La entrada de Vicente Fox vía PAN-PVEM no fue sino un esfuerzo por cambiar la forma de gobierno.
Pero el régimen del presidente omnipotente cayó al mismo tiempo que Fox fue elegido. El extraño electorado mexicano no le dio a Fox el privilegio de que siempre gozó el PRI: legisladores dispuestos a aprobar las propuestas del presidente. De esto, los presidente del PAN, Fox y Calderón, jamás han gozado. Ellos han sufrido lo que el último presidente priista sufrió a partir de la segunda mitad de su sexenio: Ernesto Zedillo.
A partir de 1996 y hasta hoy (2010), el régimen que ha tenido México no ha sido el tradicional priista de los 71 años. En el 2000 se continuó el régimen priista revisado que dejó Zedillo como herencia. Zedillo renunció al manejo discrecional del tipo de cambio y se lo dejó a una entidad independiente —el banco de México— para que el valor del peso frente a todas las monedas del mundo fuera siempre adecuado a la ley de la oferta y la demanda. Eso, respetado por Vicente Fox —aunque tenía la alternativa de no hacerlo— y profundamente respetado y bien manejado por Calderón, han hecho de la economía mexicana una de las más respetables a nivel mundial, no por su fabuloso crecimiento, sino por el buen manejo que han hecho de los créditos, la deuda externa y el valor de su moneda frente a las demás. El que un mexicano puede meter su tarjeta de débito en cualquier ATM del mundo —incluyendo los 5 continentes— no es algo gratuito o accidental, sino estrechamente vinculado a ese cambio radical en el manejo del valor del peso frente a las demás monedas a partir del régimen de Ernesto Zedillo. Y, por si hay mala memoria, éste no fue jamás el mejor visto miembro dentro de las filas del PRI.
El PRI tradicional requería libertad total para manejar el valor del peso. Su populismo exigía control absoluto de los factores artificiales de la economía, como el flujo de billetes. Ellos ordenaban libremente la impresión de billete, provocando niveles de inflación que ni ellos mismos se imaginaban al echar a andar la maquinita impresora.
En los gobiernos priistas actuales (2010) podemos ver que nada ha cambiado. El gobierno de Ivonne Ortega no dispone de una maquinita impresora de billetes. Entonces, lo que hace, es transformar a discreción las etiquetas de las partidas presupuestales. Hoy lo más importante es la imagen y allá se va el gasto público en partidas gigantes para controlar a los medios.
El documento de Nexos analiza todos estos aspectos y los coloca en su justa y exacta perspectiva. No hay duda: la pulcritud de pensamiento de Jorge Castañeda Gutman, aunada a la claridad de estilo y de visión de Héctor Aguilar Caamín, logran un documento obligatorio para todos los mexicanos. Lo más importante es que éste llegue a los actores con capacidad para tomar decisiones y éstos actúen sin disfraces o agendas escondidas.
A lo largo de sus gobierno federales —muy claramente el día de hoy— los gobiernos panistas sólo han tenido una y sólo una agenda escondida: las negociaciones con el PRI. ¿Las habrían deseado tener escondidas? Aquí entra un poco la fe del observador: no las habrían deseado escondidas. Ésa no es la forma de hacer las cosas. Una negociación "oscura" tuvo lugar en Campeche en 2009, en vísperas de las elecciones locales. Sin embargo, el actor principal, el director de Lotenal no es una persona educada u originada en las filas del PAN, sino un importado al régimen por la necesidad —nos guste o no, pero sí, una necesidad— de conseguir la cooperación de Elba Esther Gordillo en el proceso de modernización del sistema educativo.
Pero lo peor del resultado de esas negociaciones escondidas panistas es que, totalmente en forma contraria al éxito obtenido por los priistas en esa forma de negociar —a espaldas de los ciudadanos— a los panistas no sólo no les ha proporcionado éxito alguno, sino que, efectivamente, les ha resultado en todos los casos un fracaso rotundo. El PRI o no pierde nada, o bien, no tiene ya nada qué perder. La actitud media del mexicano ha adoptado una pose que sólo puede calificarse como "cínica": "los del PRI pueden hacer lo que quieran, porque todos ya sabemos cómo son... pero los del PAN cuidadito... ellos deben ser siempre éticos y perfectos".
El asunto es que lo han sido —éticos y obedientes de la ley— pero la imagen final, lo que queda en el sabor del ciudadano como consecuencia del trato mediático de cada suceso, es que "se ha prestado a tratos oscuros". Buscar de los que tienen el poder de la mayoría en el congreso un voto a favor de leyes que beneficiarían al país no puede ni debe ser considerado por mexicano alguno como un acto "mal intencionado". Sin embargo, la negociación "bajo la mesa" olvida la razón de ser de la misma y sólo recuerda el modo en que se hizo. Pero, ¿había otra forma de hacerlo o de intentarlo?
El presupuesto de cualquier entidad —empezando por el federal— ha rendido de 4 a 5 veces más bajo los gobiernos panistas que bajo los regímenes priistas. Esto posiblemente sea también el caso de la Ciudad de México, bajo los gobiernos perredistas. El PRD es, a mi modo de verlo, una extensión del PRI en la que conviven 2 tipos de ex priistas: 1) los que creyeron ya no tener cabida en el viejo PRI y 2) los que genuinamente buscan una alternativa que dentro del PRI no fue jamás posible.
Una alianza PAN-PRD no es ni remotamente un "monstruo", como lo quieren pintar los priistas —porque no les conviene en nada— o los panistas "puros" —porque su pureza les impide aceptar cualquier cosa que se salga del método inmaculado. Los ex priistas que dejaron de serlo y que genuinamente buscan un México más próspero y más justo, tienen todo el derecho de buscar alianzas con los grupos políticos que buscan objetivos similares.
Si nos vamos a creer los mexicanos ese mediatismo irresponsable, de acuerdo al cual "todos los políticos son iguales de corruptos", entonces valdría la pena destruir totalmente el país y volver a construirlo, desde cero, limpiando, en el camino, cualquier indicio de político mexicano "tradicional". Seamos realistas: no son iguales, o, de lo contrario, todos estarían negociando dentro del mismo PRI.
Cuando se le preguntó a Francisco Labastida, el que perdió la presidencia frente a Fox, por qué no le habían aprobado al presidente Felipe Calderón su propuesta fiscal 2009, éste, con un gran cinismo al estilo perfecto del priismo tradicional: "el pueblo ya no aguantaría una carga más". Éste es el colmo o clímax de la irresponsabilidad histórica. Y algunos, alguna vez, en verdad creímos que Labastida podría ser diferente.
Si el contenido de estas línea se "siente" panista, cuanto lo siento, porque no es eso lo que persigue. No pretendo hacer una apologética del panismo o del perredismo de miembros bien intencionados. No. Sí pretendo encontrar la manera de transmitir el mensaje basado en la estricta realidad, de que, en efecto, el panismo y el perredismo sólo existen para que las cosas no sean como el priismo las institucionalizó durante los 65 años (los 6 de Zedillo no cuentan: por eso no digo "71 años").
Por cierto, ¿ya les llegó la nota de los changarros de marihuana propuestos por Vicente Fox? No es para reír, sino para analizar con seriedad. Y eso nos muestra que dentro del PAN existe algo que es impensable dentro del PRI: cada miembro es libre de pensar y expresar lo que responda a sus convicciones personales. Un arma de 2 filos en el tema de la "disciplina de partido", cierto. Pero un arma que prefiero exista.
La lucha para que el PRI dejara de ocupar Los Pinos no era en contra del PRI en sí, sino en contra del sistema de gobierno que se mantuvo durante 7 décadas. Carlos Salinas de Gortari declaró al venir a México después de la elección del 2000 que "los mexicanos no sólo habían elegido un nuevo partido político, sino que habían optado por un nuevo sistema de gobierno y un cambio de régimen". Y eso tenía mucho de cierto. La entrada de Vicente Fox vía PAN-PVEM no fue sino un esfuerzo por cambiar la forma de gobierno.
Pero el régimen del presidente omnipotente cayó al mismo tiempo que Fox fue elegido. El extraño electorado mexicano no le dio a Fox el privilegio de que siempre gozó el PRI: legisladores dispuestos a aprobar las propuestas del presidente. De esto, los presidente del PAN, Fox y Calderón, jamás han gozado. Ellos han sufrido lo que el último presidente priista sufrió a partir de la segunda mitad de su sexenio: Ernesto Zedillo.
A partir de 1996 y hasta hoy (2010), el régimen que ha tenido México no ha sido el tradicional priista de los 71 años. En el 2000 se continuó el régimen priista revisado que dejó Zedillo como herencia. Zedillo renunció al manejo discrecional del tipo de cambio y se lo dejó a una entidad independiente —el banco de México— para que el valor del peso frente a todas las monedas del mundo fuera siempre adecuado a la ley de la oferta y la demanda. Eso, respetado por Vicente Fox —aunque tenía la alternativa de no hacerlo— y profundamente respetado y bien manejado por Calderón, han hecho de la economía mexicana una de las más respetables a nivel mundial, no por su fabuloso crecimiento, sino por el buen manejo que han hecho de los créditos, la deuda externa y el valor de su moneda frente a las demás. El que un mexicano puede meter su tarjeta de débito en cualquier ATM del mundo —incluyendo los 5 continentes— no es algo gratuito o accidental, sino estrechamente vinculado a ese cambio radical en el manejo del valor del peso frente a las demás monedas a partir del régimen de Ernesto Zedillo. Y, por si hay mala memoria, éste no fue jamás el mejor visto miembro dentro de las filas del PRI.
El PRI tradicional requería libertad total para manejar el valor del peso. Su populismo exigía control absoluto de los factores artificiales de la economía, como el flujo de billetes. Ellos ordenaban libremente la impresión de billete, provocando niveles de inflación que ni ellos mismos se imaginaban al echar a andar la maquinita impresora.
En los gobiernos priistas actuales (2010) podemos ver que nada ha cambiado. El gobierno de Ivonne Ortega no dispone de una maquinita impresora de billetes. Entonces, lo que hace, es transformar a discreción las etiquetas de las partidas presupuestales. Hoy lo más importante es la imagen y allá se va el gasto público en partidas gigantes para controlar a los medios.
El documento de Nexos analiza todos estos aspectos y los coloca en su justa y exacta perspectiva. No hay duda: la pulcritud de pensamiento de Jorge Castañeda Gutman, aunada a la claridad de estilo y de visión de Héctor Aguilar Caamín, logran un documento obligatorio para todos los mexicanos. Lo más importante es que éste llegue a los actores con capacidad para tomar decisiones y éstos actúen sin disfraces o agendas escondidas.
A lo largo de sus gobierno federales —muy claramente el día de hoy— los gobiernos panistas sólo han tenido una y sólo una agenda escondida: las negociaciones con el PRI. ¿Las habrían deseado tener escondidas? Aquí entra un poco la fe del observador: no las habrían deseado escondidas. Ésa no es la forma de hacer las cosas. Una negociación "oscura" tuvo lugar en Campeche en 2009, en vísperas de las elecciones locales. Sin embargo, el actor principal, el director de Lotenal no es una persona educada u originada en las filas del PAN, sino un importado al régimen por la necesidad —nos guste o no, pero sí, una necesidad— de conseguir la cooperación de Elba Esther Gordillo en el proceso de modernización del sistema educativo.
Pero lo peor del resultado de esas negociaciones escondidas panistas es que, totalmente en forma contraria al éxito obtenido por los priistas en esa forma de negociar —a espaldas de los ciudadanos— a los panistas no sólo no les ha proporcionado éxito alguno, sino que, efectivamente, les ha resultado en todos los casos un fracaso rotundo. El PRI o no pierde nada, o bien, no tiene ya nada qué perder. La actitud media del mexicano ha adoptado una pose que sólo puede calificarse como "cínica": "los del PRI pueden hacer lo que quieran, porque todos ya sabemos cómo son... pero los del PAN cuidadito... ellos deben ser siempre éticos y perfectos".
El asunto es que lo han sido —éticos y obedientes de la ley— pero la imagen final, lo que queda en el sabor del ciudadano como consecuencia del trato mediático de cada suceso, es que "se ha prestado a tratos oscuros". Buscar de los que tienen el poder de la mayoría en el congreso un voto a favor de leyes que beneficiarían al país no puede ni debe ser considerado por mexicano alguno como un acto "mal intencionado". Sin embargo, la negociación "bajo la mesa" olvida la razón de ser de la misma y sólo recuerda el modo en que se hizo. Pero, ¿había otra forma de hacerlo o de intentarlo?
El presupuesto de cualquier entidad —empezando por el federal— ha rendido de 4 a 5 veces más bajo los gobiernos panistas que bajo los regímenes priistas. Esto posiblemente sea también el caso de la Ciudad de México, bajo los gobiernos perredistas. El PRD es, a mi modo de verlo, una extensión del PRI en la que conviven 2 tipos de ex priistas: 1) los que creyeron ya no tener cabida en el viejo PRI y 2) los que genuinamente buscan una alternativa que dentro del PRI no fue jamás posible.
Una alianza PAN-PRD no es ni remotamente un "monstruo", como lo quieren pintar los priistas —porque no les conviene en nada— o los panistas "puros" —porque su pureza les impide aceptar cualquier cosa que se salga del método inmaculado. Los ex priistas que dejaron de serlo y que genuinamente buscan un México más próspero y más justo, tienen todo el derecho de buscar alianzas con los grupos políticos que buscan objetivos similares.
Si nos vamos a creer los mexicanos ese mediatismo irresponsable, de acuerdo al cual "todos los políticos son iguales de corruptos", entonces valdría la pena destruir totalmente el país y volver a construirlo, desde cero, limpiando, en el camino, cualquier indicio de político mexicano "tradicional". Seamos realistas: no son iguales, o, de lo contrario, todos estarían negociando dentro del mismo PRI.
Cuando se le preguntó a Francisco Labastida, el que perdió la presidencia frente a Fox, por qué no le habían aprobado al presidente Felipe Calderón su propuesta fiscal 2009, éste, con un gran cinismo al estilo perfecto del priismo tradicional: "el pueblo ya no aguantaría una carga más". Éste es el colmo o clímax de la irresponsabilidad histórica. Y algunos, alguna vez, en verdad creímos que Labastida podría ser diferente.
Si el contenido de estas línea se "siente" panista, cuanto lo siento, porque no es eso lo que persigue. No pretendo hacer una apologética del panismo o del perredismo de miembros bien intencionados. No. Sí pretendo encontrar la manera de transmitir el mensaje basado en la estricta realidad, de que, en efecto, el panismo y el perredismo sólo existen para que las cosas no sean como el priismo las institucionalizó durante los 65 años (los 6 de Zedillo no cuentan: por eso no digo "71 años").
Por cierto, ¿ya les llegó la nota de los changarros de marihuana propuestos por Vicente Fox? No es para reír, sino para analizar con seriedad. Y eso nos muestra que dentro del PAN existe algo que es impensable dentro del PRI: cada miembro es libre de pensar y expresar lo que responda a sus convicciones personales. Un arma de 2 filos en el tema de la "disciplina de partido", cierto. Pero un arma que prefiero exista.
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