La política: asunto de todos (hasta de los políticos)

¿Estás trabajando para algún gobierno? Puede ser el municipal, el estatal o el federal. ¿Dependes de tu trabajo en el congreso? ¿Eres empleado del “poder judicial”? ¿Estás en la nómina de algún partido político? ¿Estás en la nómina de alguna empresa propiedad de algún nivel de gobierno?

Si contestaste “sí” a cualquiera de las preguntas entonces tú perteneces a “los otros”. Aquí estamos “los demás”. En México somos 2 bandos: nosotros y “los otros”. Los que trabajamos por nuestra cuenta o somos empleados de alguna empresa privada somos “los demás”; somos los que generamos el sueldo de “los otros” vía impuestos.

La actitud política del joven y de algunos que no lo son tanto oscila entre el cinismo —entrar a “la polaca” y aprovecharse “como es la costumbre”— o descalificar todo lo que huela a o parezca “gobierno” o “política”. Entre estos 2 extremos se encuentra el aspirante a “servir a su pueblo”, quien dice ser “atraído por la política”.

¿Te parece normal? ¿Te parece que así está bien? Obvio, ¡no! Pero, ¿por dónde empezamos?

Realmente estamos en un grave aprieto. En la medida en que continuemos creyendo que “allá están los políticos” y “acá estamos los demás“, no vamos a avanzar. Peor aún si creemos que “así es lo normal”. La realidad es que todos somos ciudadanos —a partir de los 18 años— con derechos y deberes generales, iguales.

Los llamamos “la sociedad civil” a los que no están en partidos políticos pero que buscan metas relacionadas con los deberes de los que clasificamos como “dentro de la clase política”. Todos, absolutamente todos, sin excepción, somo “sociedad civil”: no hay “los políticas” y ” los demás”. Esto debe ser erradicado de nuestra mentalidad.

Es obvio que se trata de un asunto muy difícil si, al encontrarnos con los que ahora están en “la clase política”, nos topamos con un sólido muro que nos impide pasar. ¡Fuera muro y abajo con los acaparadores! La política es un asunto de todos los ciudadanos: o sea, de todos los que tenemos 18 o más años de edad. Es hora, pues, de que todos los ciudadanos hagamos de la política un asunto ciudadano y no algo “reservado” para los que hoy quedan en la forzada definición de “políticos”.

Es hora de que tomemos posesión de nuestros deberes y derechos ciudadanos.

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