Injusta e incongruente actitud civil en México

Este es un asunto personal. Es lo que yo, un ciudadano mexicano concreto, siento cada vez que en forma rebuscada se critica destructivamente la decisión que tomó Calderón de combatir abiertamente a los criminales relacionados con las mafias de las drogas, secuestros, asesinatos masivos, extorsión, chantaje, corrupción de jueces y generadores de niños, jóvenes y adultos idiotizados por el consumo de drogas.


Es obvio, evidente, indiscutible, que las “críticas” son netamente politiquería de la más sucia y deshonesta de que es capaz el “contrincante” de partido.

El ejército ha tenido que ser llamado a combatir a los que los demás cuerpos de policía se han negado a enfrentar ya sea por falta de armas o por corrupción. ¿Qué otra salida había? Quizás ya haya otra pronto. En 2007 era el camino obligado.

El argumento, con el nombre de “guerra fallida”, busca destruir diariamente la imagen de una decisión totalmente a favor de la nación mexicana, que se toma con estricto apego a la ley.

¿Qué sucedería si Calderón no hubiese tomado la decisión? Diariamente, durante todo lo que va del sexenio, conoceríamos de cientos de muertos —no de decenas. Las mafias criminales estarían más fuertes que jamás lo estuvieron. A veces se nos olvida —o se omite, a propósito— que a partir de 2004 comenzó a ser “legal” en los Estados Unidos, la venta de armamento de alto poder a todo aquel que pague el precio, incluso para exportación. Ese es el tipo de armas que se les ha incautado a los criminales, como puede apreciarse en las fotografías de la PGR y del Ejército.

Todos los observadores internacionales están de acuerdo en que los grupos criminales mexicanos hoy se encuentran debilitados con respecto a como podrían estar de no haberse desencadenado el combate frontal llamado con denuesto “guerra fallida”. Ni es guerra ni es fallida. Es un combate legal. Los muertos no son por causa de que se les combate.

Se habla de 36,000 muertos por la “guerra fallida”. En primer lugar, son 36,000 personas que han muerto por los enfrentamientos entre bandas de criminales. Los inocentes ciudadanos muertos deben ser varias centenas. Cuando el Ejército, la Armada o fuerzas federales llegan a los lugares del enfrentamiento, se dedican a contar cadáveres y a recoger armas. Las acciones en que han participado las fuerzas armadas —Ejército o Armada— son contadas. El dato exacto se puede encontrar en el portal de transparencia de las secretarías de estado respectivas. Tome nota, ciudadano lector, antes de salir corriendo a unirse al término “guerra fallida”.

¿Cuántos serían los muertos, hoy, de no haberse comenzado el combate frontal en 2007? Las bandas de los criminales habrían crecido mucho más, porque no se les habría debilitado como lo están hoy. Al crecer, tendrían armamento más sofisticado y en mayores cantidades. En vez de 36,000 muertos, estaríamos hablando de más de 120,000, con miles de “inocentes” entre ellos. Los municipios y gobiernos estatales de varias entidades estarían prácticamente secuestrados por las mafias del crimen.

Y entonces, con toda la razón del mundo, la oposición no dejaría de culpar a Calderón de haber sido un irresponsable por “no haber cumplido la ley” y haber dejado que el problema creciera a las proporciones que tendría. El reclutamiento de mexicanos para servirles a las mafias criminales sería 5 o 6 veces mayor de lo que hoy es. Además, sin fuerza pública que se atreva a enfrentarlos, serían prácticamente dueños del país. Efectivamente, como dijo alguna vez el secretario de gobernación, “el próximo presidente de México sería un miembro de la mafia de las drogas”.

Es obvio que los resultados serían mucho más poderosos si el gobierno contara con tecnología para leer mentes. Por desgracia esta aún no existe. En México, la infiltración —muy efectiva en los Estados Unidos y otros países— no funciona sencillamente porque el infiltrado estaría sujeto a pruebas intolerables: “A ver, mata a esa mujer y a ese niño, para probarnos que ya eres parte de nosotros...” ¿Cuántos policías o agentes secretos mexicanos se atreverían a hacerlo? ¿Lo harían agentes entrenados en Israel, quizás? Ex miembros de mafias colombianas han expresado públicamente que el nivel de violencia de los criminales mexicanos “es varias órdenes de magnitud mayor que el de cualquier otro lado”.

Todos —sobre todo desde la oposición y en especial de la izquierda— tienen “la fórmula perfecta” para atacar el problema de la criminalidad de las drogas. El único que “no sabe nada” —según los críticos— es Calderón, su gabinete y sus policías. El “michoacanazo” y el “hankrohnazo” son ejemplos claros de que en nuestro país no existe un sistema judicial capaz de hacer las cosas en forma correcta. La película “Presunto culpable” nos demostró con qué facilidad se van llenando las cárceles de culpables falsos. Es mucha “casualidad” que los detenidos por fuerzas federales sin excepciones ¡sí resultan inocentes! Pero no así los detenidos por judiciales que trabajan en íntima colaboración con los “jueces”.

A pesar de todo lo dicho hasta aquí, quien esto escribe está totalmente convencido de que todas las drogas deben convertirse en sustancias controladas —como ya lo son cientos de medicamentos— permitiendo los procesos de producción y distribución. ¿Por qué esto no es posible? Hay un país que se llama Estados Unidos de América cuya población de “electores” decidió apoyar a los políticos que se lancen y que no aboguen por la legalización de las drogas —marihuana, cocaína, heroína, morfina y demás “chuladas”. Y sin embargo, dentro de ese país —¿serán hipócritas o qué?— se produce a escondidas (¿?) más de 45% de la marihuana que ellos usan. Se calcula que de México es menos de 42% la que consumen.

¿Por qué hemos de ser “víctimas” del electorado de los Estados Unidos? Sencillamente porque si ese país no tolera legalmente las drogas, por muy organizada que esté la producción en México tendría que ser llevada en forma ilegal a ese mercado. Ese país acostumbra presionar económica y políticamente a los que no se alinean a sus políticas. ¿Recuerdan la famosa “certificación”, que México pasaba “de panzazo” con los gobierno priistas? Ahora México solo recibe reconocimiento y felicitaciones por la no simulación en el combate a los que insisten en producir lo que tanto aquí como allá está prohibido.

El “poeta” Sicilia rabia —con toda razón— por el asesinato de su hijo a manos de mafiosos. Esto sucede con todo y el fuerte aparato de combate activo. ¿Cuántos más hijos, como el de Sicilia, estarían hoy muertos a manos de criminales si el gobierno de Calderón no hubiese decidido abrir el combate frontal a los que están fuera de la ley? “Mataron a mi hijo porque tú combates a los criminales. Si no los combatieras...” La frase que sigue es la que el señor Sicilia —y sus comparsas— omiten continuar: “... habrían cientos más muertos a manos de los desalmados criminales.”

Su marcha debería tener, si en México existiera un mínimo de lógica civil, un apoyo incondicional a los gobiernos y políticos que obedezcan las leyes y combatan en forma ininterrumpida a cuanto grupo de mafiosos intente actuar.

No existe una “lógica perfecta” para atacar a criminales que se esconden tras los derechos de ciudadano de que gozan los habitantes de México. No existe aún tecnología capaz de “leer mentes”. El bombardeo de los medios cacareando las 36,000 muertes como si fueran culpa directa del gobierno de Calderón ha provocado la ira de millones de jóvenes que han sido confundidos en su visión de las cosas. Esa histórica pregunta de Poncio Pilatos “¿La verdad? ¿Cuál es la verdad?” es la que todo el mundo se pregunta. Hoy, en 2011, con tecnología informativa mucho más avanzada que el año cero de esta era, ¡hemos logrado convertir en México, en especial de todo el mundo, las verdades en mentiras y las mentiras en verdades! ¿Viva México? ¡Para nada! Esto, la verdad, es una vergüenza histórica nacional.

El mínimo de civilidad y congruencia histórica nos obliga a apoyar a un gobierno que puede demostrar con hechos y números sólidos que ha obrado en forma correcta. Con Calderón las reservas monetarias del país han subido, en 4.4 años de 60 mil a 123 mil millones de dólares. Esto ha sucedido, además, durante el tiempo en que se da en el mundo la crisis financiera más grave de toda la historia del capitalismo. De 1968 a 1995 México provocó sus propias crisis, bajo los gobiernos priistas de esos años. En estos 4 años de Calderón se ha hecho más obra federal de infraestructura que en cualquier sexenio completo. Con Calderón se ha logrado aumentar, de 42 millones a 96 millones, el número de personas con derecho a atención médica y hospitalaria a cargo del Estado. Hay muchas más cosas para comparar. Este progreso se ha dado en un ambiente difícil de violencia para combatir a los que en forma terca se empecinan en destruir villas enteras para imponer su “idea” de cómo debe idiotizarse el ser humano: usando las drogas que ellos quieren a fuerza producir y distribuir.

¿Por qué nos ha pasado esto en México?

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