¿Policía Federal disparando sobre vehículo con placas diplomáticas?
A veces los países —en consonancia con sus sociedades— deben tomar medidas radicales. México parece ser uno de esos lugares en el mundo en que es necesario cambiar las cosas en forma radical.
¿Son confiables el Ejército y La Armada? Muchos indicadores apuntan a que sí son confiables. ¿Es confiable el nuevo cuerpo de Policía Federal que se ha ido formando? Todo apunta a que no son confiables.
Así como ese cuerpo no es confiable, tampoco lo es la Policía de Yucatán: ellos ultimaron con metralleta hasta matarlo, a un empresario que no tenía ni siquiera por qué ser perseguido por la “fuerza pública”. ¿Qué pasó con ese crimen? ¿Entonces, cuando gente al mando de “autoridades” comete crímenes, todo se debe quedar así, nada más?
Es urgente tomar medidas radicales. ¿No nos hemos dado cuenta?
- Es necesario restablecer la pena de muerte para quien porte un arma y no pertenezca al Ejército y/o La Armada. Esto no debe quedar sujeto a mayor debate que el que apruebe la moción en un santiamén.
- Como colofón, las policías de todo el país deben entregar sus armas de fuego ipso facto, sin discusión, sin miramientos.
- Todo particular al que se le encuentre un arma de fuego será condenado a 25 años de prisión por el solo hecho de tenerla. Listo. No hay más discusión al respecto. Queda estrictamente prohibida la posesión de cualquier arma de fuego, de cualquier calibre.
- Todo particular o policía, político o cualquier persona, de cualquier edad, a la cual se le sorprenda practicando con armas de fuego y disparándolas, será condenado a 40 años de prisión. Esto no es un juego.
- Al momento de entrar en vigor esa ley, se establece también que todo extranjero que efectúe una acción cuyo objetivo sea meter de contrabando armas de fuego a México, deberá ser extraditado a México y juzgado. Las penas que se aplicarán oscilarán entre 100 y 200 años de prisión.
- Los elementos del Ejército y La Armada no podrán tocar físicamente a las personas que detengan. Se les ordenará colocar las manos para que sean esposados por atrás y se les ordenará, con la voz, que se muevan en la dirección requerida. De no moverse, entonces, será llamado un juez y bajo las órdenes de este juez, se le podrá someter físicamente, cuidando de que en ningún momento sean tocados piel-a-piel, sino solo mediante herramientas acolchonadas. No actuar en esta forma se considerará un delito ipso facto.
- Se les darán 30 días a todos los grupos armados escondidos para que entreguen las armas de fuego, granadas, bazucas y cualquier cosa similar, a reserva de que al pasar los 30 días, se comenzará una acción masiva para encontrar grupos armados.
- Definitivamente, tanto Ejército como Armada deberán tener la libertad absoluta de disparar a herir e inutilizar a personas que se encuentren armadas. Si estas repelen con disparos, entonces Ejército y Armada estarán autorizados a tirar hasta calmar la agresión.
- En todos los casos, Ejército y Armada deberán grabar en video y en audio los procesos y las acciones. En ellos se deberá ver y oír que elementos de Ejército y Armada, previamente avisaron y advirtieron, verbalmente, con toda claridad, que deberían entregar las armas y entregarse pacíficamente para su detención y juicio. Ni Ejército ni Armada podrán ejercer acción alguna sin antes advertir verbalmente las consecuencias de no proceder a entregar armas y dejarse detener.
- Se promoverá en todos los ciudadanos de México la costumbre y su uso constante de Denunciar todo lo que observen que pueda conducir a dar con gente que esté violando la ley de las armas.
Está claro que los cuerpos armados nuevos no están dando resultado. El ataque de la Policía Federal a un vehículo que porta Placas Diplomáticas, no tiene sentido aceptable. Es algo que jamás debió haber sucedido. Si un cuerpo de “policía” mexicana, de reciente creación, no puede demostrar ese mínimo de capacidad de discernimiento, el asunto está muy grave y debe terminarse con lo que sea que se haya comenzado.
Para que este tipo de cosas sucedan, todos los mexicanos debemos clamar en voz alta y hacernos escuchar por los legisladores para que procedan, de inmediato, a parar radicalmente lo que estamos viviendo en México.
En alguna forma, cada mexicano debe quedar plenamente convencido, y apasionado, que ante la visión de una persona que porte un arma, deberá llamar a vecinos, autoridades, jueces, Ejército y/o Armada para detener al sujeto o a los sujetos que las porten. Debe convertirse, esta actitud de persecución de gente armada, en una forma “natural mexicana”. Las armas de fuego han engendrado una violencia brutal en el país. El tema para usar las armas, ya es irrelevante, porque se han usado para cometer todo tipo de crímenes.
Es factible, sin embargo, continuar el debate científico —debe ser lo que tenga bases científicas lo único que se acepte— para determinar el asunto de la tolerancia legal de las drogas, esto es, su producción, distribución a mayoreo y menudeo. Obvio, de convertirse en procesos que generarán lucro, ¡pagarán impuestos! Puede ser que, a final de cuentas, reconozcamos que quien recurre al uso de drogas o estupefacientes para “soportar la vida”, es un enfermo que necesita paliativos o medicamentos. Si su enfermedad —incapacidad de tolerar el estrés de la existencia humana moderna— se ha ido atendiendo con alguna sustancia que le afecta el cerebro y le suaviza la percepción de la realidad, ¡pues serán esas drotas sus “medicamentos”!
Es obvio, sin embargo, que la solución final es el cambio radical de nuestra forma de existencia, de la forma de relacionarnos sexual, comercial y laboralmente. En tanto no cambie de raíz nuestra definición de “relación entre humanos”, continuarán aumentando los individuos de ambos sexos que no soportan la existencia y la evaden con el uso de drogas y alcohol, por lo menos.
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