Liberación inicial absoluta y necesaria

Esto es, hacernos libres del dinero. No es liberar al dinero de nosotros, sino liberarnos, nosotros, del paradigma del dinero.

Es una nueva idea. Me es difícil entender por qué esta idea —liberarse del dinero— no se adoptó hace cientos de años; quizás hasta miles. ¿Por qué no se adoptó? He visto títulos de libros y/o artículos que parecen estarse refiriendo precisamente a eso; sí, parecen, pero hasta hoy no vemos algún movimiento importante que esté proponiendo erradicar completamente el uso del dinero.

Cuando escribo estas palabras, o cuando las digo, estoy corriendo el gran riesgo de caerle mal a algunas personas, ser odiado por otras o que se burlen de mí algunas más. No he logrado escuchar una sola asamblea, reunión de gente o colectivo humano que se entusiasme al oír la idea de erradicar totalmente el uso del dinero.

De todas las ideas supuestamente revolucionarias que existen, la única realmente digna de recibir ese tono de adjetivo —revolucionaria— es la que apunta a erradicar de la faz de la tierra, entre los humanos, el uso del dinero.

Tenemos a millones de personas trabajando en actividades que producen o generan artículos, objetos, servicios y cosas de valor de uso por sí mismas. Son cosas que son útiles para la vida diaria. El único “invento” que aún seguimos promoviendo y que realmente no sirve para nada, es el dinero. El papel con el que se hace tiene que ser cuidadosamente diseñado para que dure. Se usa metal para hacer monedas que tienen como valor solamente el que se les da en forma artificial. Alguna vez se usó oro como dinero. El valor real del oro es el que le damos los humanos como un metal precioso. Resulta ser demasiado costoso para servir como otros metales se usan. También es de los más escasos en el planeta, a diferencia del aluminio, el más abundante de todos, con un gran valor de uso, aunque más “económico” para comprar.

Los sistemas de cómputo se han aplicado principalmente a simular el movimiento del dinero. En vez de que circulen monedas o billetes de papel, se abren cuentas a nombre de personas y se lleva un total en ellas. Las personas pueden disponer de ese dinero por medio de tarjetas con una banda magnética o un pequeño chip con el que se identifican. Sofisticados sistemas de comunicación solo sirven para que esas máquinas en donde se lee la información grabada en las tarjetas (de crédito o débito), provoquen que el “dinero”, en forma digital, pase de una cuenta a otra. Aunque ya no se usa el dinero para pagar en la gran parte de las transacciones que se hacen cada minuto en el planeta, los sistemas que se aplican, moviendo los saldos de las cuentas, están haciendo la misma labor que alguna vez hizo una bolsa pequeña con algunas monedas que cambiaban de dueño según las necesidades de su poseedor.

Los sistemas de cómputo mueven información en sus bases de datos para mantener en todo momento el saldo correcto de dinero que cada persona posee en forma virtual. Las empresas pagan a sus trabajadores con envíos electrónicos de dinero que ya no se ve ni se tiene que tocar, pero continúa sirviendo como el método a través del cual las personas demuestran que tienen derecho a que se les entregue algo que otros han producido.

El peligro del sistema basado en el dinero radica en que muchas personas solo actúan para acumular grandes cantidades de dinero a su nombre, sin haber dado a la sociedad algo, a cambio, que tenga el grandísimo valor que la posesión del dinero les confiere sobre los demás. Muchas cosas solo son mediocres porque se hacen para ganar más dinero, no para dar servicio mejor.

El azote al humano que significa el uso de sustancias que se convierten en adicciones, se genera solo porque deja dinero. El negocio de producir y distribuir droga radica en que la adicción provoca que la víctima encuentre dinero a como dé lugar para pagar lo que se ha convertido en su vicio. Los que producen y distribuyen droga, se convierten en millonarios con el problema legal de tener que encontrar una forma de meter el dinero “ganado” (en forma ilegal) a la circulación de donde lo sacaron al tomarlo de un adicto.

La situación es tan grave, que todo el sistema policíaco está buscando la manera de dejar de usar métodos convencionales de dinero, como billetes o monedas. Se promueve el uso del dinero electrónico porque éste debe pasar por cuentas bancarias, y se les exige a los bancos que todo dinero que esté en sus cuentas, pueda ser justificado por sus propietarios. Hoy, por lo tanto, cualquier personas que es poseedora de grandes cantidades de dinero, si estas son en efectivo, debe esconderlas y usar los billetes poco a poco, para “disimular” su supuesta riqueza. Está claro que hoy, toda riqueza monetaria debe comprobar un origen aceptable legalmente para el sistema de seguridad de la sociedad.

Es una situación que muestra con toda claridad el peligro intrínseco al sistema de “usar dinero” para efectuar operaciones de producción, distribución o servicios de cualquier tipo.

Y aunque hoy se hace más y más difícil comprobar el derecho que uno tiene de comprar algún bien o servicio —se debe demostrar que el dinero que se usará para pagar es de procedencia “lícita”— persiste la insistencia de basar toda la vida humana en la posesión de dinero para comprar algo o contratar algún servicio.

Los negocios existen para ganar dinero. Para comenzar un negocio, tiene que existir capital. El capital no es otra cosa sino ese conjunto de bienes que sirven para hacer posible un negocio. El dinero es el capital perfecto: con él se puede comprar cualquier cosa que se necesite para hacer posible un negocio, incluyendo el tiempo de las personas. Una persona que posee más dinero del que necesita para satisfacer sus necesidades diarias, dependiendo del volumen de ese dinero, puede usarlo como capital para “levantar” negocios.

Un observador externo —de otro planeta o galaxia— se preguntaría para qué un millonario querría involucrarse en los líos de levantar un negocio cuando ya posee todo lo necesario para comprar o contratar lo que sea que pueda necesitar el resto de su vida. La respuesta está en la base del sistema: la ganancia monetaria. Un negocio consiste en poner una cantidad C de dinero (el Capital) porque se calcula que esa cantidad C puede rendir ingresos de ganancia equivalentes a C veces 0.08 cada año o más. Esa cantidad C, inicial, con el paso de los años —correctamente administrado el negocio— crecerá provocando, necesariamente, que exista más dinero circulando en la sociedad. Sin que esa cantidad crezca, el capital C no podría crecer o crecería a costa de que en la sociedad haya menos dinero circulante.

La situación da a la empresa creada capacidad para adquirir otros bienes y contratar otros servicios. Si esos bienes demandados tenían un costo CI, el acto mismo de la demanda puede provocar que CI crezca. Otros que adquirían esos bienes ahora tendrán que pagar más, porque hay una empresa en crecimiento que está demandando grandes cantidades de lo que ofrece esa “nueva” empresa en crecimiento. Esto se llama inflación y afecta a todos; en el momento en que los precios suben, todo el dinero que la gente tenía ahorrado, en bancos o en sus colchones, baja de valor. Eso significa que el valor del trabajo que invertiste para ganar lo que ahorraste, te lo han quitado. Ahora tienes una capacidad menor de adquirir cualquier cosa. Tú, sin saberlo, has perdido dinero, porque tu dinero guardado perdió valor. Y pronto, porque el dinero pierde valor, si debes algo, te van a cobrar más intereses, porque el dinero que debes, también vale ahora menos de lo que valía cuando te lo dieron.

El sistema está lleno de imperfecciones que afectan a todos sin que nadie pueda hacer nada para evitar esos problemas. Si hay pleno empleo, el dinero ahorrado va perdiendo valor; si hay desempleo, mucha gente se va quedando sin derecho a consumir lo que ya se ha producido por los demás. Probablemente muchas cosas perderán su valor en los anaqueles de las tiendas. Se recurrirá al mecanismo de las ofertas para que la sobreproducción pueda convertirse en recuperación de dinero (capital), en vez de pérdida.

¿Cuál es el fondo verdadero del uso del dinero? ¿Es para que algunos sean mucho más poderosos que otros? Tenemos que responder a esto que no: detrás del modelo del dinero hay solo un móvil, consistente en que lo que el individuo necesita, para que lo pueda retirar del anaquel de la tienda, debe antes ser pagado. Y, ¿qué es pagar por algo? La verdadera y única respuesta válida es: Pagar por algo es demostrar que quien paga ha “ganado” con su actividad el derecho a consumir lo que otros producen. …derecho a consumir…, es algo que se debe demostrar.

Podemos argumentar que cuando algo se paga, se le está devolviendo a la empresa algo que produjo, para que pueda producir más y otros lo puedan consumir.

Si el incentivo de ganancia monetaria no existiera, ¿qué razón tendría alguien para formar un negocio? En primer lugar, ya no sería negocio, sino operación productiva. La organización no perseguiría ganancias monetarias, sino el logro de producir algo útil para que otros usen.

La objeción frontal para erradicar el dinero es la imposibilidad cultural —por lo menos hasta el día de hoy— de encontrar la manera de que se pueda producir lo que todos necesitan y que, al hacerlo, participen todos.

¿Por qué la necesidad de que todos participen en la producción? Se piensa en forma generalizada, que nadie debe tener derecho a nada a menos que coopere en algo con los demás. Hoy, cooperar es algo que se identifica con el concepto de empleo. Todos buscan un empleo por el cual podrán recibir una paga de “su tiempo”, posibilitando que los que vendieron su tiempo, puedan recuperar “algo” que necesitan o les gusta, a cambio del tiempo dado.

Ese “tiempo dado” por el cual recibieron una paga, es la “participación” en el proceso productivo. Si no participas, no recibes paga; si no recibes paga, no puedes tampoco pagar por algo que quieres o necesitas.

Ese modelo parece “perfecto”, ¿no? Todo queda compensado. Por desgracia, la realidad no es así. El primer problema se presenta cuando no hay ninguna seguridad de que la persona va a encontrar algo en lo cual pueda participar. Por más deseoso que alguien esté en participar, si no existe ninguna oportunidad para hacerlo, no podrá participar; tampoco podrá recibir paga y tampoco podrá disponer de nada que necesite, como comida, ropa, transporte, diversión, y cosas similares. ¿Qué puede hacer?

Este problema se ha tratado de resolver en múltiples formas. Países hay que crean una ayuda temporal para dar a las personas que no han encontrado “empleo” (léase, forma de participar aunque quieran hacerlo). Welfare es el nombre que recibe esa forma de “ayuda” en algunos lugares. Hay muchas diferentes formas y todas se refieren a lo mismo: darles dinero a las personas que no tienen empleo en tanto encuentran uno. El modelo presupone que todo es cuestión de “buscar” con diligencia y, si no encuentras en una cantidad finita de días, la ayuda ya no se dará y no hay solución ni considera la sociedad obligatoria una solución. “Se le dieron tantos meses y no pudo… no quiso; no lo hizo con interés suficiente… quien no encuentra es culpable…”

Ese razonamiento es totalmente injusto, descabellado, sin valor realista alguno. ¿Cómo cambiamos esta situación? ¿Cómo podemos generar un sistema socio-económico más justo, realista y capaz de mantener felices a todos?

“Felices” fue escrito a propósito, porque es la clave debajo de todo. El mundo con el Modelo del Dinero, la felicidad del individuo no cuenta en absoluto. No es relevante para ningún efecto. Que trabaje —que participe— y que reciba su paga. Si lo que hace no le causa felicidad, ese es problema personal del individuo; no es responsabilidad del pacto social. ¡Gran favor le hacen con darle el empleo!

Todos hemos oído esto alguna vez, ¿verdad? Es como si la paga por el tiempo que ahora ya no es de la persona, sino de la entidad que paga, fuese una dádiva, algo especial, un favor que se le hace. El tiempo que el entrega parece no tener valor alguno, porque se le está haciendo el favor de permitir que use ese tiempo a favor de la entidad que lo pagará.

Todo eso parece muy extraño y totalmente una locura, pero así es como funciona nuestro “sagrado sistema”.

Se recurre al argumento de la proporción. Se afirma que “la gran mayoría” está satisfecha con el arreglo.

¿Es válido plantear una hipótesis que afirme lo contrario?

Si se midiera lo que la gente realmente desea, encontraríamos que a la gran mayoría no le gusta lo que hace como “trabajo”; siente que odia ir al lugar de trabajo; siente que la actividad que realiza no es de su agrado; se aburre o bien, preferiría hacer otra cosa o no hacer nada… Lo hace por miedo a quedarse sin dinero para comprar lo que necesita. A muchas personas les gustaría participar en otras cosas, pero no tienen libertad para hacerlo.

Una hipótesis (H-1)

Es obvio que el sistema necesita una revolución que lo haga congruente con lo que hoy la tecnología permite.

Libertad de Participación

Vamos a definir un mundo hipotético en el cual el dinero no tiene razón de ser. La participación de la gente no se da porque cada uno tiene la obligación de hacer “algo” para justificar su derecho a sobrevivir. La participación se da porque el individuo desea estar en ello.

Lo primero que necesitamos definir es la jerarquía de las necesidades. ¿Qué necesitamos, todos, como especie, como colectivo de seres humanos? ¿En qué orden? Desde luego, en todo momento el nuevo sistema es flexible. Participas si te gusta, si te sientes a gusto y si puedes; si no puedes, se te capacita; si te fastidias, te vas a participar en otro lado o a ninguno. La idea es que en donde sea que estés, te sientas a gusto, no sientas que es una obligación, sino que lo haces porque te sientes contento haciéndolo.

  1. Alimento. Sin alimento el humano no puede sobrevivir. Necesita comer, digerir y volver a comer, digerir, y así cada día, durante toda su vida.
    Esto se puede resolver con relativa facilidad si adoptamos la sugerencia de liberación del capítulo sobre la comida. Eso nos indicaría qué producir, en dónde y en qué cantidades. También nos indicaría qué personas necesitamos participando (en primer lugar, los que quieran o sientan que pueden hacerlo), la cantidad real que se necesita y la cantidad real que se ofrecerá para participar. Requerimos definir con exactitud cuales son las herramientas que se requerirán para lograr el objetivo.
    La gente que participa en la producción de alimento o en la industria para producir las herramientas que facilitarán la producción de alimento, puede comer lo que necesite, como lo podrán hacer todos los demás, estén o no participando en algo.
  2. Industrias para el Alimento. Es necesario producir todo lo que se requiere para facilitar la producción de alimento.
    Se necesita definir la cantidad de personas que se requiere y determinar cuáles son las que tienen interés en participar. ¿Les gustará realmente estar en ello?
  3. Transporte. Será necesario llevar cosas de un lugar a otro. ¿Quién quiere participar en transporte? ¡Que se ofrezcan los que quieran! ¡Que se distribuyan los requerimientos entre sí! Y, ¿ante quien son responsables? Ante sí mismos, ante la humanidad entera. Nadie está obligado a hacer algo, todos lo hacen porque les gusta la actividad.
  4. Protección personal contra el medio ambiente. Léase: ropa, calzado, sombreros o gorras, y lo similar. No se llama “vestido”, porque no es para esconder el cuerpo del individuo, sino sólo para protegerlo cuando es realmente necesaria tal protección. Aquí ya no estamos hablando de cubrir el cuerpo para esconderlo, sino de cubrirlo para protegerlo. Otros capítulos de este Manual de Liberación tratarán los otros temas de los que habremos de liberarnos.
  5. Industrias para productos personales.
  6. ¿Ya tienes la idea?

Date cuenta de que este es un manual para la liberación. Estamos planteando lo que necesitamos para liberarnos de la cultura, no de la vida. ¿Queremos vivir a gusto? Hay cosas que habremos de realizar. Eso es todo. Si las hacemos a gusto, lograremos la liberación. En momento alguno vamos a sugerir pasar de algo malo o mediocre, a algo peor.

Fin de los Negocios

El móvil de la ganancia monetaria deja de existir. El Capital lo forma el trabajo o participación de los que se ofrecen. Cada vez que una industria superior en la jerarquía requiere algo, las industrias de sostén lo generan, lo inventan y lo distribuyen.

En todo momento, la tecnología de la comunicación mantiene a todos informados con respecto a requerimientos tecnológicos y oferta de soluciones tecnológicas. Nada cuesta demasiado; todo lo que es posible tecnológicamente, se hace, con la mejor calidad.

Nadie tiene estrés porque si no logra algo, no comerá o será sustituido y sufrirá vergüenza. Todos tratarán de resolver aquello para lo que se ofrecieron. Los demás verán resultados; otros vendrán a auxiliar; el resultado solo puede ser una tendencia acelerada a la perfección.

En este sistema el capital es la suma de lo que todos los participantes logran en conjunto. Pueden hacerlo porque están alimentados responsablemente por los productores de alimento, mismos que progresivamente van teniendo derecho a los demás objetos que se producen para uso individual.

“Pero, ¿cómo es posible? Empiezan la producción de alimentos sin protección a sus cuerpos. Probablemente no. Es factible comenzar ambas tareas en forma simultánea. Están viniendo de un mundo lleno o rebosando de ese tipo de productos. Y todos los centros de producción continúan laborando, haciendo lo que hacían, pero ahora no para encontrar las demandas del “Mercado”, sino para satisfacer los requerimientos de los seres humanos, nosotros, todos.

Entonces los dueños del capital se van dando cuenta que hoy el valor de las cosas es realmente el resultado de la única inversión realmente útil: la labor del ser humano, la labor de los participantes. Ellos son los que logran todo: encuentran los materiales, los transportan, los perfeccionan, los usan para producir lo que todos necesitamos en conjunto. La única diferencia radica en que las actividades son realizadas por conciencia de necesidad colectiva; los que las realizan, los que participan, lo hacen porque disfrutan el tiempo que pasan. Descansan cuando desean; siempre hay otros dispuestos a continuar o sustituir, por unos días o en forma prolongada.

La única obligación es ser feliz.

Y esto implica que muchos no querrán hacer absolutamente nada. La gran mayoría de los humanos podrá contemplar su existencia, cosa que hoy solo sucede en casos excepcionales y por periodos muy cortos.

La gente se cansará de descansar.

La liberación de los rasgos culturales que hemos planteado en este manual se traducirá en liberación de otros elementos conectados o que fluyen de los que se irán cancelando.

Todo esto puede provocar decepción por parte de quienes lograron amasar grandes cantidades de dinero, mismo que ya no tendrá valor alguno.

¿Y las propiedades de bienes raíces? Solo tendrán valor de uso. ¿Las abrazarán los propietarios? Algunos las abrirán para que puedan ser disfrutadas; otros las cerrarán y serán un desperdicio. Eventualmente serán conscientes de la inutilidad de esos bienes y buscarán la manera de compartirlos y modificar su uso.

El modo de vida que se ha calificado como “opulenta” es una resultado que solo puede darse en el Modelo del Dinero. Es fácil visualizar esas casonas con decenas de cuartos y baños, pero con una sola persona, solitaria y buscando la manera de encontrarle sentido a la vida, adepto a la contratación de prostitutas y alejado de sus hijos, quienes se acercan a él o ella solo para suavizarlos antes de pedirles dinero.

Esa es una forma de vida, resultado del Modelo del Dinero. Los contrastes que genera no son agradables para ninguno de los dos extremos, siendo el de la pobreza mucho más abundante que el de la riqueza y el poder.

Aquí no estamos en momento alguno tratando de imponer un Modelo de Felicidad, algo que se deba aplicar a todos. La gente que no posee bienes suntuosos, que vive “al día” o con retraso —no tiene suficiente para brincar algunos días, otros sí— cuando se le mide para tener una idea de su nivel de felicidad, se encuentra la sorpresa de que manifiestan un mayor grado de felicidad que las clases medias, que viven con mayores comodidades y niveles de certeza —en la mayoría de los casos, no todos.

El Modelo del Dinero crea grandes diferencias. Concentra progresivamente a muchos individuos a solo encontrar la forma de acumular dinero. Este pierde su valor —se devalúa— por las acciones de los gobiernos y las fluctuaciones de la oferta y demanda de otros productos y servicios reales. Pocas veces se revalúa, aunque sí suele darse el caso, situación no conveniente para los países que exportan. Esto hace que el gran acumulador de dinero lo convierta en bienes raíces, otros negocios o en acciones de otros negocios —con riesgo de pérdida combinado con probabilidad de ganancia.

Un país exportador requiere una moneda de valor bajo con respecto a las monedas de los países a los que exporta. Los productos y servicios se logran con costos menores internos; se pueden vender a costos más bajos en los mercados internacionales; esto los hace más competitivos, ganando más mercados y consumidores.

Pocos productos son esenciales —de esos que se producen en grandes cantidades a precios mucho más bajos que pueden producirlos los países consumidores. La mayoría de estos productos son los llamados “producto gancho”: se describen como algo curioso, muy bajo en precio y las masas los compran. Acaban tirados en la basura o en un ático o sótano, garaje o bodega, completamente inútiles. Su cometido se logra cuando pasa dinero del lado comprador al lado productor.

En un mundo liberado del Modelo del Dinero, la producción es solo de lo necesario, incluyendo progresivamente productos que hace más agradable la vida. Un dron para uso de personas aficionadas a la fotografía, es un aparato muy sofisticado y requiere gran exactitud en su fabricación. El gran aficionado comienza por aprender a usarlo con seguridad. Es una gran diversión por algunos días. Luego permanecerá pasivamente almacenado por muchos días.

Eso mismo sucede con cámaras sofisticadas, aviones pequeños, carros o mini camiones para varios pasajeros, casas de campo rodantes, y muchos productos, muy sofisticados, que invitan a ser usados por un tiempo, pasado el cual, se quedan solo existiendo sin que nadie los use: son de un dueño y el dueño busca que cuando lo quiera usar, esté en las mejores condiciones posibles.

En el mundo liberado, estos objetos divertidos existirán y serán cada vez más sofisticados. Alguna persona que lo use jamás podrá decir: “puedo hacer con ello lo que se me antoje, es mío, yo lo compré…” El sentido de convivencia habrá creado un ambiente de cooperación combinado con participación. Esos objetos divertidos serán compartidos. Siempre podrá el que lo desee, encontrar uno para entretenerse, solo o con sus cercanos, amigos.

¿Familiares? No, no es que “falten”; más adelante estudiaremos el tema del parentesco.

Esos objetos curiosos serán producidos por personas interesadas en dominar cada tema: obtener las mejore fotos, hacer los vuelos más exactos, lograr gran control remoto, y cuestiones semejantes.

Una revisión rápida del conglomerado de gente “ocupada” —que tiene un empleo— nos va a mostrar que una gran cantidad de puestos de trabajo buscan solamente formas de cuidar el dinero. Son puestos para evitar que el que quiere algo, lo pague; que el que entra a un lugar, pague un boleto. Un centro de distribución de productos —“súper mercados” se llaman hoy— tiene una fila de cajas registradoras cuya única razón de existir es contar la cantidad de dinero que debe pagar el que se lleva algo. El adelanto tecnológico de la tarjeta ayuda, por lo menos, a no tener que guardar billetes o monedas.

Las líneas de personas se forman esperando todos por la caja. Muchas veces no hay suficientes “cajeros” para contar el dinero que deben pagar todos los que acuden a hacer sus compras. La única razón de ser de los cajeros, sus supervisores, los sistemas para contar dinero, las tarjetas, las cajas registradoras y los camiones de seguridad, es el cuidado del dinero. Si por alguna razón falta dinero al hacer la cuenta, se les hace responsables a todas las personas involucradas en esos procesos de “cuidado” del dinero.

Todas esas personas reciben una paga que las hace acreedoras a comer, vestirse, tener casa, carro, diversión, y similares. No son culpables de que lo que hacen, aporta cero al volumen de bienes y servicios reales. Edificios altos, sofisticados por dentro y por fuero, sirven de recinto para los llamados Bancos. Allí, adentro, muchas personas tampoco son culpables de que su aportación en bienes reales a la vida de los demás humanos es exactamente cero. Cuestan a todos; hay que “pagar” por sus servicios, totalmente inútiles en la producción de bienes y servicios reales.

Todos esos puestos que solo existen para contar dinero, dejarían de existir. Todos los procesos para cuidar dinero, dejarían de tener razón de ser.

¿Por qué un participante en un proceso de producción, cuando llegue el aluminio para eso que producen, no se lo llevará consigo? ¿Qué le impedirá llevárselo? En primer lugar, todos los productos se pueden solicitar. ¿Para qué llevarse el que llegó al centro en donde él o ella está participando? “Esto, en esta cantidad, no lo vamos a necesitar sino en 17 días, ¿verdad? Me llevaré esto porque estoy trabajando en un invento que puede o no salir. ¿Alguna objeción?” Si hay objeción y esta proviene de ego, se sentirá lo inútil de la objeción; si proviene de la realidad, de las cantidades disponibles, de la agilidad para producir y falta de ella si no hay la materia, entonces la misma persona sabrá que no tiene caso llevárselo.

El punto es que solo le interesará llevarse el material al que tenga, personalmente, interés en hacer algo con ese material. No hay nadie que se lo vaya a “comprar”. No va ganará nada si solo se lo llevar para atesorar. Sería un enfermo mental y pronto se le ayudaría para librarlo el sufrimiento en lo posible.

Podría escribir en este capítulo —Liberación del Dinero— varios días, sin parar. Los ejemplos son muchos.

Algunas personas, al llegar aquí y habiendo leído sobre la inutilidad de los que trabajan en bancos y similares, se preguntarán qué harán esas personas, en dónde podrán participar. Quizás en ningún proyecto; no hay nada que obligue a que todos tienen que estar participando. Podrán encontrar otras formas de participar o concentrarse en contemplar el paso de la vida, sin estrés, sin incertidumbre.

¿Por qué producen comida los que lo hacen? ¡Porque ellos lo escogieron y solo lo hacen en tanto quieren, se sienten a gusto; lo dejan de hacer y otros entran cuando así se les antoja!

“Así, nadie haría nada.” Esta es una Hipótesis. Alguien piensa, cree, está seguro, sospecha, que en una situación así, “nadie haría nada”.

Hay indicadores de que cuando a los grupos de personas se les deja en total libertad de participar, sobran voluntarios. Hay lugares en donde se han dado catástrofes colectivas de grandes dimensiones; en esos lugares, voluntarios han abundado; el problema ha sido que los voluntarios son “competencia” para los que tienen un puesto de trabajo y la paga es hacer lo que los voluntarios harán sin paga. Una situación así se puede convertir en un grave problema; así sucede, tristemente; el entorpecimiento a los voluntarios se da porque quienes tienen puestos pagados, no es conveniente que la sociedad sepa que hay muchos que harían ese trabajo por el que les pagan, sin paga alguna. En forma muy injusta se les llama “burócratas celosos” —en el mejor y menos ofensivo de los casos.

Un mundo sin dinero es un mundo sin problemas de competencia por hacer las cosas para recibir mejor paga, sino sencillamente se busca participar y hacer lo que se hace en la forma mejor posible. El humano en un mundo sin dinero crece rodeado de personas con actitudes prácticas de participación, cooperación, colaboración, compartición, convivencia, aportación de ideas, y similares. Es un proceso de crecimiento para cada niño de observación; no le debe a ningún adulto la vida, sino al sistema integral; coopera porque vio siempre que todos participen cooperando.

Un niño crece viendo un incentivo constante, personal, en innovar, sin obligación de hacerlo y sin perjuicio en hacerlo en asociación práctica con cualquier otra persona. Los niños solo aprenden lo que encuentran atractivo o interesante, lo que se les obliga a aprender y mucho menos a memorizar. La memoria la usan para hechos y valores significativos en la comprensión de los detalles.

Todo cambia. En otros capítulos hemos tratado el tema de la responsabilidad colectiva hacia los niños.

Este Manual para la Liberación de la Cultura parte de comprender que hoy, las condiciones tecnológicas están dadas para que la vida de todo ser humano pueda estar en un ambiente de abundancia generalizada. La lógica para el cambio es contundente y basta un ejemplo casi infantil para comprenderlo. Observemos desde fuera el panorama de todas las personas que hoy dependen de la industria de lo que se usa para rasurarse lo que sea. Son muchas personas; quizás millones.

Esas personas tienen un empleo o puesto de trabajo gracias a que otros compran los productos que fabrican los centros de trabajo que les dan sus empleos. Si todos los que usan esos productos dejaran de hacerlo súbitamente, esos millones se quedarían se empleo. Al perderlo, quedarían sin derecho a consumir lo que los demás están produciendo. La cantidad de alimento y ropa que se estaba produciendo antes de que algunas personas dejaran de usar implementos para rasurarse, es exactamente la misma. La diferencia radica en que los que antes entregaban dinero a cambio de algún implemento para quitarse pelos del cuerpo, ahora ya no lo entregan. Es una paradoja en el sistema: no importa que haya mucha producción, es preferible tirarla que entregarla a alguien que no demuestre (con dinero) que tiene derecho a ella.

El sistema sin dinero es un sistema en el que nadie está obligado a comprobar que ha participado para tener derecho a sobrevivir. El individuo nace con todos los derechos, a la cabeza el de sobrevivir, sin necesidad de hacer algo para ganárselo. El evento de vivir es el único evento que el individuo “gana”, al nacer; lo demás es parte de lo que en paralelo trae el paquete de aparecer en el universo como un conjunto de átomos que forman un ser consciente, llamado por los de su misma especie, un Ser Humano.

Seguridad Natural

Una consecuencia inmediata de aplicar el modelo de participación libre y toma de lo necesario en vez del modelo del dinero, es la seguridad en la sociedad.

La violencia para despojar a otros de sus bienes siempre tiene como centro de gravedad el dinero.

La extorsión tiene por objeto conseguir dinero del extorsionado.

El secuestro busca pago en dinero.

El robo a las casas busca apropiarse de lo que no puede comprar por falta de dinero.

El asalto en las calles busca apropiarse de algo que no se puede comprar por falta de dinero.

Uno a uno, una gran cantidad de delitos llamados del fuero común, deja de tener razón de ser. Los bienes están disponibles para todos y nadie tiene que almacenarlos. El principio central es usar cuando se necesita, dejar para que otros usen cuando deja de ser necesario.

La gente desea tener bienes de que disponer en cualquier momento que desee. Es la programación en el sistema actual. Comprar un bien, un objeto, es lo que un individuo regular tiene en mente. No tiene en mente usar un bien cuando esté disponible y dejarlo cuando ya no lo necesite.

Costumbres son las que determinan el comportamiento y las expectativas de la gente. Poseer un objeto para uso exclusivo, personal; esto cambiará en el mundo liberado, pero más gente tendrá acceso a más objetos delicados. Aprenderán a usarlos tomando los cursos que requieran. Las personas que darán los cursos lo harán porque se sienten a gusto haciéndolo.

Robar ha sido un acto salvajemente castigado en algunas culturas. En todas, robar, es un delito, un agravio, una ofensa seria y grave, intolerable. Esas actitudes no han sido suficiente para provocar la erradicación de la conducta. El robo continúa siendo frecuente.

Algunas personas van a tratar de robar aún teniendo dinero para pagar el objeto o servicio. Parece ser un reto a su inteligencia lograr quedarse con algo sin pagarlo. Han practicado subterfugios en restaurantes para justificar el derecho a comer lo pedido sin pagar. Muchas personas practican el robo en las tiendas y algunas se salen con la suya.

El objetivo es no pagar. Tal parece que existe un residuo de sentimiento o convicción natural de que todo lo que está allí debe poder pasar a disponible de quién lo necesite. Alguna vez la especie vivió así: esos primeros 150,000 años jamás presentaron una situación de propiedad de las cosas por parte de quien solo las almacenaba. El robo siempre es de una persona que no lo tiene a una persona que lo tiene y que aparentemente no lo necesita. Durante esa primera etapa, no existe algo así como la propiedad protegida. Los humanos viven integrados al hábitat y lo que este provee queda disponible para quien lo necesite en el acto y no para almacenar. En el caso de tomar más de lo que uno necesita, eso tomado se convierte en disponible para cualquier persona en el grupo que lo requiera.

Los Zoe que ocupan algunos territorios de la Amazonia muestran esta actitud en la que las cosas hechas por un individuo y almacenadas, se convierten en automático en disponibles para quien las requiera. En forma diligente y concentrada, algunos individuos arman flechas y las colocan en lugares fuera del alcance de los niños para protegerlos de las puntas fuertemente venenosas. Otro individuo que no tuvo nada qué ver con la “producción” de esas flechas, saldrá solo o con otros en incursiones en las que puede ser que las necesite. Sin solicitar o pedir permiso, tomará las que considere necesarias y partirá a la incursión. Nadie pensará que ese individuo robó algo, nadie; es lo natural, disponer de lo disponible cuando realmente se necesita.

Tampoco se da el caso de que algún individuo Zoe tome producto para almacenar en algún lugar en que no esté disponible para los demás. Hay una regla implícita en las actitudes culturalmente instauradas en la mentalidad general de que lo necesario para alguien en un momento determinado, puede ser tomado por ese individuo si está allí, almacenado, aunque hubiese sido producido por otros.

Concepto robar

“Robar”, como un acto proscrito es un concepto que surge en circunstancias culturales que debemos aislar y analizar. El robo se da como un acto que realiza un individuo tomando algo aparentemente abundante, almacenado, por lo cual es necesario pagar dinero si está a la venta. Lo que se roba puede o no tener valor de uso o solo valor subjetivo generalizado, como las piezas de arte, cuyo única “utilidad” es *estar allí”, visible, en un espacio privado al cual solo pueden pasar individuos aceptados o aceptables y en circunstancias temporales útiles para el propietario del objeto. En la naturaleza no se da el atributo de propietario sobre algún objeto que puede ser necesitado por otro y que ahora está “almacenado” esperando que el otro lo requiera. Es natural que las cosas estén disponibles para quien las necesita cuando las necesita, pero no para almacenar.

El dinero es el almacén perfecto, inventado por nuestra especie. El que tiene dinero, guarda en cada unidad monetaria todo lo que esas unidades monetarias pueden comprar. Potencialmente el dinero es virtualmente cualquier cosa que alcance a comprar. El valor puede cambiar con el tiempo y siempre va a la baja. Lo que las unidades monetarias pueden comprar hoy va a disminuir con el paso del tiempo. Sucede que todos los días en forma colectiva hay un acuerdo tácito de generar más unidades monetarias. La cantidad que se genera debe coincidir con la cantidad de objetos y servicios disponibles para comprar. Si la cantidad de unidades monetarias sobrepasa lo producido u ofrecido en bienes y servicios, el valor real de cada unidad monetaria va disminuyendo.

Ese almacén no es, vistas esas circunstancias, tan “perfecto” como se cree. Envejece con el paso del tiempo, dejando de tener el valor que tuvo cuando comenzó su tiempo de estar almacenado. El envejecimiento del dinero hace que cada día pueda comprar menos cosas o servicios. Pierde su valor cuando la cantidad global existente sobrepasa la cantidad de bienes y servicios disponibles.

Esta realidad nos habla con toda claridad de que el valor real solo lo tienen los bienes y servicios útiles para algo. Este juego es algo que podemos observar en el caso de una escultura calificada de perfecta por los individuos considerados “expertos” para reconocer esa perfección. Otro individuo se concentra en una forma tecnológica de producir cientos de objetos idénticos a la escultura perfecta en tiempos mucho menores de los que requiere el escultor original para producir algo semejante.

Surge en ese juego el concepto del “valor del original”. Si no es el original, no tiene el mismo valor. Hay un reconocimiento al tiempo invertido por un individuo para hacerlo, aunque las copias sean idénticas, al grado que el más experto de los expertos no pueda reconocer diferencia alguna, ni en peso ni en color ni en deterioro por el paso del tiempo.

Es un juego de subjetivismo cultural que solo puede practicarse cuando los que participan no tienen necesidad de usar su tiempo para hacerse de lo básico para sobrevivir. Tienen dinero y con él pueden comprar esos básicos cuando les apetezca.

Al describir lo anterior incursionamos en algo que parece obvio; sí, así suceden las cosas. ¿Por qué ese valor superior de la escultura original si es virtualmente idéntica a las copias? A primera vista se aprecia en forma especial el tiempo invertido por un individuo para producirlo. El valor no es de uso, sino de apreciación subjetiva sancionada por un experto y adoptada por los individuos interesados en apreciar el “arte” y aceptar al “experto” como tal.

Es un laberinto de reglas implícitas que solo pueden existir porque existe el dinero. Con él, potencialmente, se puede comprar cualquier pieza. Quien posee el dinero ofrece un precio que sube conforme más individuos ofrezcan también para poseer la pieza. Es muy complejo comprender cómo o qué siente el individuo que posee dinero en grandes cantidades y que compite, dando más, para poseer algo cuyo valor solo existe porque “expertos” y los que los adoptan y aceptan, le dan.

El queso es un producto que se fabrica combinando elementos relacionados con la leche de vaca. Es dañino para la salud humana, pero existe una tradición de cientos o miles de años combinando formas de producirlo y almacenarlo, con variantes que le dan más valor al queso con más tiempo de haberse producido solo para almacenar y dejar que pase el tiempo, con lo cual “aumenta su valor”. Nuevamente, se trata de “expertos”, conocedores de queso; son quienes marcan el límite entre diferentes tipos de quesos. Cuando él no experto prueba aquello, puede sorprenderse de lo que su capacidad de degustar “pierde” según la subjetividad de los “expertos” y hasta entender por qué amerita el calificativo de ignorante por no apreciarlo como los “expertos”.

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